Nuevas técnicas y adelantos científicos logran un ahorro directo del 20 por cierto en la factura de las obras subterráneas y evitan muchos otros costes indirectos
Ángel Ortega es el presidente de la Asociación Ibérica de Tecnología sin Zanja (IbSTT). Nacida en 1995, tiene unos 50 miembros, entre los que se encuentran entidades y empresas como AST Grupo, Elecnor, Aqualogy, 3M, Emasagra o Aeas, y mantiene acuerdos y colaboraciones con Ministerios, Universidades, colegios profesionales y empresas.
De acuerdo con él, la actividad de los miembros de IbSTT abarca «todas las tareas en el subsuelo que no requieren la apertura de zanjas».
La definición, amplísima, engloba desde la construcción y reparación de las tuberías que se entretejen bajo las urbes, hasta las perforaciones petroleras o la horadación de túneles, «aunque dudo mucho que los constructores de túneles estén de acuerdo con ella», según añade Ortega.
Englobados por ese concepto de tecnología sin zanjas, IbSTT calcula que en España trabajan alrededor de 40.000 personas a tiempo completo, tanto para la Administración como para las empresas, sobre todo en los sectores de utilities, esto es, agua, con el 50 por ciento de la actividad; energía, con el 40 por ciento, y telecomunicaciones, con el 10 por ciento restante.
Sin disponer aún de estudios sobre el peso económico del conjunto de actividades, Ortega calcula que el volumen de negocio ronda los 1.200 millones de euros anuales en España y que en todo el continente europeo puede ascender a 15.000 millones. Para cubrir las necesidades de la población deberían crecer a un ritmo del 20 por ciento anual.
Robots, ultrasonidos, localizadores electromagnéticos…
Las obras sin zanjas emplean tecnología punta -Ortega estima que el sector dedica a la I+D+i un 10 por ciento de la facturación- para, por ejemplo, inspeccionar tuberías empleando robots teledirigidos, encontrar desperfectos con localizadores electromagnéticos, termografía y ultrasonidos, rehabilitar conductos con encamisados de poliéster reforzado con fibra de vidrio… Europa es líder mundial, sobre todo Alemania, aunque en otros países, incluida España, también hay desarrollos relevantes.
Varías de esas tecnologías existen desde hace 30 años, pero hace 10 se produjeron innovaciones que han incrementado su valor y sus posibilidades. Ahora, por ejemplo se dispone de la perforación horizontal dirigida, que permite taladrar salvando obstáculos -desde las raíces de un árbol hasta un colector, un túnel de vehículos o un río- de forma que se pueden tender las redes que distribuyen la savia de la sociedad moderna -agua, gas, luz, teléfono…-, sin las molestias que conlleva levantar las calles y mantenerlas cortadas hasta que el trabajo ha terminado.
Pero no es el incordio de tener las vías públicas tomadas por obreros, hormigoneras y martillos hidráulicos lo que está impulsando a estas tecnologías; es la economía: las facturas directas por trabajar sin apenas molestar se reducen un 20 por ciento, a lo que hay que añadir todos los costes indirectos que se evitan, desde los atascos de tráfico hasta la bajada en las ventas de los comercios; según la estimación que se haga, el ahorro puede llegar al 80 por ciento, de acuerdo con IbSTT.
Mala cartografía en las ciudades
Las tecnologías sin zanja empezaron a aplicarse en las poblaciones, sobre todo en sus cascos históricos, donde la conservación del patrimonio arqueológico hacía inviable realizar una obra tradicional y donde es harto frecuente que no exista una cartografía que permita identificar la ubicación exacta de las infraestructuras subterráneas, porque los buenos planos son caros y es muy difícil que sus indicaciones se correspondan con la realidad.
Que los mapas reflejen con la precisión de un GPS donde están los cables de la luz y del teléfono, así como las canalizaciones de agua y de gas, cuesta alrededor de un euro por metro cuadrado.
De hecho, como comenta Ortega, experto en la materia, en España sólo hay una ciudad que disponga de buena cartografía, Zaragoza, «gracias a un alcalde ingeniero que tuvo a principios del siglo pasado, que se preocupó de reflejarlo todo y ha convertido esa preocupación en tradición».
La complejidad del tema se aprecia bien con la experiencia Portugal de hace una década: «Lanzó un proyecto -sigue Ortega- para digitalizar todas las líneas eléctricas enterradas del país; pensaba destinar 30.000 millones en cinco años, pero tuvo que dejarlo tras haber gastado 25.000 y haber hecho la mitad, y lo hicieron bien». Tratar de replicar la iniciativa portuguesa en España, según sus cálculos, acarrearía un coste de 400.000 millones.
No sólo bajo las calles y las aceras
Las aplicaciones en las ciudades de las tecnologías sin zanja son las más conocidas, pero hay muchas otras. Por ejemplo, en la supervisión, reparación y sustitución de tuberías de instalaciones industriales, incluidas las de fluidos corrosivos, algo que no es un problema en el primer mundo, pero que deja mucho que desear en cuanto se sale de él.
Otro campo específico es la construcción de tubos emisarios de aguas residuales y salmueras al mar, de los que hay varios ejemplos en España, como en Berría, en Cantabria, en Bens, en La Coruña, o en la desaladora de Valdelentisco, en Murcia.
Habitualmente se construye el emisario, que vierte dos o tres kilómetros mar adentro, pero la agresividad del entorno marino daña la infraestructura con relativa rapidez, lo que provoca la aparición de los eufemísticamente denominados sólidos flotantes en las playas. Además de tener que destinar fondos a reparaciones al cabo de unos pocos años, hay que enfrentarse con el malestar en la población y de los sectores económicos perjudicados, como el del poderoso turismo de costa.
Ahora, en cambio, se puede construir el emisario a cinco metros bajo el lecho marino, de modo que se evitan obras accesorias durante la construcción del tubo, como espigones; se reducen notablemente los gastos de mantenimiento; la esperanza de vida de la obra se incrementa muchísimas décadas, y se evitan importantes conflictos sociales.
Sin embargo, el campo de trabajo principal de las tecnologías sin zanja sigue siendo las ciudades. Iberdrola las acaba de emplear, en el llamado Plan Madrid, ejecutado en la capital desde 2003.
La compañía eléctrica ha desmontado 126 kilómetros de líneas aéreas y los ha convertido en 127 kilómetros de líneas subterráneas, además de modificar 16 subestaciones de transformación y soterrar siete de ellas
Leer más: TecnologÃa sin zanjas, más barato y sin molestar – elEconomista.es http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/198625822/seleccion-ee/noticias/6173216/10/14/Tecnologia-sin-zanjas-mas-barato-y-sin-molestar.html#Kku8EjSAxIPsArUV